Todo el espíritu de los paisajes angevinos está aquí, en estos pequeños pueblos tradicionales: callejones estrechos y casas de los siglos XV a XVII. Acurrucados entre praderas y boscaje, no les ha salido ni una arruga. Una bonita escapa fuera del tiempo.
No te confíes por la aparente tranquilidad de estos pueblos con encanto: también tienen carácter. Y es que hace falta algo de temperamento si se quiere guardar con tanto celo un patrimonio milenario.
Béhuard, Bouchemaine, Blaison Gohier, Cornillé-les-Caves, Savennières… Unos nombres que tienen una sonoridad digna de una hermosa balada. Los amantes del patrimonio, de la naturaleza y del buen vino disfrutarán de todos y cada uno de estos tesoros
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